sábado, 7 de agosto de 2010

La presencia de dos salteños detrás de la construcción de dos de las primeras casas de vanguardia del Río de la Plata

El chalet “Las Nubes”, de Enrique Amorim, en Salto, y el chalet del Dr. Rodrigo Rodríguez Fosalba en La Lucila, Bs.As.

Quien vive en Salto, ciudad que tanto se complace en recordar su historia a través de relatos auténticos y míticos, seguramente ha sentido mencionar que el Chalet “Las Nubes”, casa del escritor Enrique Amorim, fue diseñado por Le Corbusier. Desde la muerte de Enrique, como se le menciona siempre, hace ya 50 años, el mito se mantiene intacto entre la mayor parte de los salteños.

Se suele mencionar que el Corbu dibujó las líneas del chalet en una servilleta en un café de París, e incluso se ha llegado a acuñar la anécdota de que el decirle Enrique entonces: “yo quiero el techo hasta aquí”, indicando la altura con su brazo extendido, sería el origen del Modulor!
Maravillosas historias que enriquecen el aura mágico que rodea al chalet, donde rondan los fantasmas de Borges, de Portinari, de vigilados encuentros del marxismo en la primera mitad del siglo…
Georgie, como decían familiarmente a Borges, como lo llamaba Esther Haedo, su prima, mujer del escritor, escribió allí “Tlon, Uqbar, Orbis, Tertius” y algún otro relato, ya que solía frecuentarlos y pasaba muchos días de visita en Las Nubes.
A inicios de los ’80, en una nota que le hiciera mi padre, el Arq. Rodríguez Fosalba, Esther declaraba que no era verdad la atribución de la autoría del chalet al Corbu.
Contaba que el chalet lo había ideado el propio Enrique luego de la gira de varios meses en 1928 por Europa, cuando habían visto y admirado esa arquitectura de vanguardia, sobre todo en Suiza y Alemania. Recordemos que Enrique estaba ya vinculado a importantes artistas y poetas de vanguardia del Plata y en ese viaje había conocido figuras importantes en Europa como el propio Le Corbusier.
Al regresar decidieron construir algo semejante a aquello que habían visto, en una vasta propiedad de la familia de Enrique en la Avenida Paraguay (Avda. que hoy lleva su nombre en ese tramo…).
Ya Victoria Ocampo ocupaba su casa vanguardista en la calle Salguero, en Buenos Aires, diseñada por Bustillo, y sin dudas inspirada en un proyecto que ella sí había pedido unos años antes a Le Corbusier para ese mismo lugar, ya que Bustillo era un académico a ultranza y no le gustó realizar ese proyecto según consta.
En el 1929 iniciaron la construcción, con cálculo, y por ende planos, realizados por el Ing. Antonio Texeira Campos, cuyo aporte seguramente fue trascendente para la materialización en Arquitectura de las ideas de Enrique. La construcción estuvo a cargo de los Constructores José y Santiago Texeira Campos, hermanos del ingeniero. La placa que se encuentra en la casa es reveladora de su genealogía, en la misma rezan los nombres del calculista y los constructores, y debajo dice “Sobre ideas de Enrique Amorim”. Pensamos que de haber tenido Le Corbusier alguna injerencia en el asunto no se ocultaría de ninguna manera ese hecho. Enrique guardó registro fílmico de sus encuentros con todos los intelectuales y artistas que conoció, por lo que era conciente de la futura trascendencia del importante momento cultural en que participaba.
Adermás la placa reza : "Sobre ideas” , y no “Según diseño” de E. A., por lo que nos permitimos suponer una intervención importante del Ingeniero, no ajena a la influencia de las vanguardias holandesas que la Revista Wendingen traía a estos lares del Plata.
En 1931 la casa estaba terminada, y aparecería en la prestigiosa Revista El Hogar de Buenos Aires, entre muchas otras construcciones suburbanas pintoresquistas que era lo que las clases media y alta entonces demandaban.
Un tiempo después de haber vertido estos datos e interpretaciones en una charla brindada con motivo de la apertura al público para visitas de “Las Nubes”, por obvias razones Monumento Histórico Nacional, recibo una nueva información para enriquecer aún más la leyenda. La misma está relacionada con el fuerte vínculo de amistad de mi familia paterna con el escritor, que narro brevemente.
Enrique pasaba temporadas en Buenos Aires en casa de un hermano de mi abuelo, el Dr. Rodrigo Rodríguez Fosalba, odontólogo, hombre culto e inquieto por las novedades. Salteño como él, pero mucho mayor, seguramente lo amparaba en su casa por la relación de amistad con la familia de la madre de Enrique. Rodrigo era un hombre ordenado en extremo, de mentalidad científica, ascético y deportista, y se dice que le perturbaba un poco el temperamento bohemio de Enrique.
Prueba de la estancia de Enrique en casa de su amigo, es que el escritor, en el prólogo de una edición de “Las quitanderas”, menciona el hecho de haber escrito la idea inicial en lo de Rodrigo, y de haber recibido el nombre para la historia, del padre de su amigo, mi bisabuelo.
Hace dos años, hablando de este asunto con el artista plástico y arquitecto César Rodríguez Musmanno, primo de mi padre, sobrino de Rodrigo, me brinda una versión del origen del diseño de “Las Nubes” totalmente novedosa para mi, que paso a relatarles.
Según sus palabras, coincidían en su estancia en París los dos amigos y sus cónyuges, y atraídos ambos por esa arquitectura de vanguardia establecieron el desafío de ver quien concluía antes una casa de vanguardia a su regreso. Según el mismo, habrían encargado los planos en un estudio en París.
Lo tomo como un insumo interesante porque he verificado casi todas las cosas en apariencia inverosímiles que se decían al pasar en mi familia, que integraban mayormente profesionales e intelectuales actuantes en todo el país (médicos, ingenieros, educadores) y en el exterior (el menor de los tíos de mi abuelo, el Dr. Rafael Fosalba, intelectual de fuste, fue Embajador en Cuba y Perú y enviado en USA y Venezuela), que ameritarían un extenso artículo.
Según la misma fuente, la casa de Rodrigo, construída en La Lucila, Bs. As. por los mismos años que “Las Nubes”, también fue publicada en El Hogar, pero no he podido conseguir aún ese número. Pienso que no sería improbable que hubiera traído él los planos de Europa, ya que en el caso de Amorim se sabe que no fue así, y que de no existir más la construcción, o registros en el municipio, no debe ser difícil con imágenes identificar al autor, ya que no eran tantos los arquitectos vanguardistas, Mallet-Stevens, Herbst, Chareau…., quienes se agrupaban desde 1929 en la UAM (Union des Artistes Modernes).
Entre las cosas que sentí mencionar de pequeño de esa construcción de avanzada, recuerdo particularmente el hecho de que la suite del matrimonio tenía dos baños, uno para cada cónyuge, algo verdaderamente inusual entonces, cuando enormes casas de muchas habitaciones tenían solo uno… Un dato objetivo del diseño contemporáneo de la misma en la línea del extremo confort propugnado por L.C., en oposición al Existenzminimun de la Escuela de Frankfurt.
Espero poder avanzar en la información sobre la casa en La Lucila y así poder develar un poco más de toda esta mítica historia que tiene a dos salteños como protagonistas.
Arq. Edmundo Rodríguez Prati
Agradezco a quienes puedan haber conocido al matrimonio Rodríguez Fosalba - Cháves-Paz Repetto, y puedan aportar información sobre la ubicación del chalet y su estado actual, o conozcan las primeras obras de vanguardia en la zona de La Lucila de inicios de los '30, contactarse a través de este blog.

jueves, 29 de octubre de 2009

Una villa de vanguardia oteando el río - La casa del Arq. Daniel J. Armstrong


Existen obras que se aprecian con deleite aunque uno las vea a diario, lo que supongo guarda relación con sus valores estéticos pero también con lo que nos transmiten. Son capaces de despertar nuestra imaginación y desatar por tanto visiones de experiencias reales o fantásticas…
La casa del “inglés” Armstrong, Daniel Jorge, o Lito para buena parte de los salteños, es una de esas creaciones arquitectónicas que enriquecen nuestro espíritu y que Salto tiene el privilegio de tener junto a otras creaciones de este arquitecto local.
De familia de origen británico, como su apellido y uno de sus motes lo evidencian, Lito cursa sus estudios de arquitectura en la Universidad de Cardiff en Gales.
Culmina los mismos y en 1940, a su regreso, construye esta pequeña villa, en un lugar entonces agreste y poco habitado, para hogar de su recién formada familia.
El lenguaje arquitectónico es en parte el de la arquitectura “internacional”, aunque también con ciertos elementos de aquellas vanguardias que la famosa muestra del MOMA excluyó de la nómina.
El ángulo vidriado de la escalera nos remite al taller de Ozenfant de Le Corbusier, y la escalera de macizas barandas descendiendo a su lado en la escarpada pendiente (luego demolida) nos recordaba claramente a la de la Maison Citrohan del mismo en su versión de 1922. Los grandes balcones curvos sin duda que conllevan la alusión náutica de popa de navío, y es así que este buque se aprecia desde la costa navegando tierra adentro desde el río, generando una imagen de enorme carga poética.
Sin embargo esta popa carece de barandas náuticas, las mismas son macizas, y revestidas de un trabajo en ladrillo de prensa, que acercan su lenguaje a las arquitecturas holandesas de corte expresionista de la escuela de Amsterdam transmitidas por la revista Wendingen, esas que como mencionáramos fueran ignoradas por Johnson y Russell Hitchcock en la muestra del ’32 (recordemos que de Holanda solo estaba representada la escuela de Rotterdam con Oud y Brinkman).
Al mismo tiempo se suma un carácter estructuralista en la resolución del soporte del gran voladizo sobre el barranco, al estar sustentado por un solo y cilíndrico pilar del que salen grandes ménsulas.
Como en muchos otros casos en nuestro país, se conjugan diversas influencias en un resultado original y muy precoz entonces de arquitectura de vanguardia en América del Sur.
Y también como muchos otros arquitectos en nuestro país (el caso de De los Campos, Puente y Tournier quizás sea el más significativo), Armstrong actúa en una postura ecléctica en relación a las vanguardias, al tomarlas como un estilo más. Así, cuando construye el encantador chalet vecino al suyo, lo hace en un lenguaje totalmente pintoresquista, seguramente a requerimiento de los propietarios. Sin embargo, en la mayor parte de sus primeras obras, su adhesión a las vanguardias progresistas es clara. Los departamentos de la calle 33 acera este casi calle Artigas tienen una filiación corbusieriana con elementos de más clara inspiración náutica aún que su casa.
Pese a esa postura ecléctica, en lo que su creación jamás cae es en poder ser adscripta al acrítico y frívolo Art Decó. Jamás su acercamiento a la modernidad vanguardista tiene visos de enfoque decorativista.
Como arquitecto y como salteño me honra que una obra de esta calidad de diseño y de estas características forme parte de nuestro paisaje arquitectónico, en uno de nuestros entornos más carcterísticos y encantadores.
Y al verla imaginar que salgo a sus terrazas y puedo contemplar el espejo del río en la mañana, y quizás hasta ver el pequeño crucero de Lito acercándose al muelle del Remeros, para dirigirse a este gran navío en el que navegó durante toda su existencia desde su botadura….

Edmundo Rodríguez Prati

viernes, 23 de octubre de 2009

La nada provinciana arquitectura de un arquitecto de provincia

El arquitecto Carlos Rodríguez Fosalba realiza toda su obra en el departamento de Salto (a excepción de la Casa Urchoeguía en Rivera y el Canal de Televisión de Melo).
Vuelve a su ciudad natal luego de completar sus estudios en Montevideo, en 1951, a solicitud del entonces Intendente Municipal Arq. Armando Barbieri, para ocupar el cargo de Director de Obras del Municipio de Salto.
Tenía ya entonces como estudiante un prestigio ganado, apareciendo sus proyectos en repetidas oportunidades en la Revista "Anales" de la Facultad de Arquitectura, y siendo dilecto alumno del Prof. Arq. Carlos Gómez Gavazzo con quien colabora en el Proyecto para el Concurso del Ayuntamiento de Quito, que obtuviera algún premio en el mismo. Su equipo de estudios y proyectos de los años superiores lo integraban quienes conformarían un prestigioso estudio montevideano, Acosta, Brum, etc.
Serguramente de haber permanecido en la capital su obra sería mucho más conocida que lo que lo es actualmente, pero al mismo tiempo, el radicarse en una ciudad donde entonces los arquitectos eran pocos (F. Lucas Gaffré, J. M. Ambrosoni, D. J. Armstrong y P. O. Ambrosoni), le permitieron realizar vasta y diversa obra en su primeros 15 años de ejercicio de la profesión.
Así surgieron sucesivamente las casas: Milanich, Migliaro, Fernández-Ballarini, Motta, Perossio (foto inicio) y otras, los edificios: Barreneche, Robaina y Artigas, el primer Supermercado - Zunimercado-, el Club Salto Uruguay, la Iglesia Metodista, el Hipódromo de Salto y el Colegio Crandon, por citar los más destacados.
Pocos o ningún arquitecto en el Uruguay han incurrido en una obra programáticamente tan diversa. Pero además la calidad de diseño de las mismas es siempre destacada, habiendo siempre recibido la valoración de colegas y estudiantes de arquitectura.
El hecho de tener la misma profesión me ha permitido conocer, de mano de distintos empresarios y artesanos de gremios afines a la construcción, la impresión de los mismos respecto al desafío que significaba trabajar con quien siempre proponía algo que nunca antes habían realizado, tanto en diseño como en solución constructiva.
Su posterior desempeño como Director del Taller de Anteproyectos de Arquitectura en Salto, le permitió desarrollar otro campo en que también se destacó, la docencia de Arquitectura. Como tal fue el primer docente grado 5 de la Regional Norte, cargo obtenido por concurso.
No analizaremos en esta nota su obra, ya que lo iremos haciendo paulatinamente junto a la de otros arquitectos locales, solo justificaremos la idea contenida en el título. Lo provinciano en arte y arquitectura, implica la sumisión acrítica a modelos surgidos en la metrópoli, y en el caso de Rodríguez Fosalba, más allá de la lógica referencia a las arquitecturas de vanguardia de su época (en particular a Le Corbusier y Breuer), siempre tienen una adaptación original a las condiciones, ambiente y técnicas locales. La casa Migliaro es un buen ejemplo de ello, resultando el partido, con acceso por la cubierta, de la peculiar conformación del terreno. En la Casa Motta, el muro de piedra termina confundiéndose con la piedra natural del terreno... El Edificio Artigas, de tipología de torre aislada, se vincula a la escala de las construcciones linderas por un basamento horizontal.... Pero además ninguna de sus obras se parece entre sí ni tampoco demasiado a ninguna de las que aparecían entonces en la "Architecture d'aujourd'hui" y otras publicaciones.
En otro campo, sin él habérselo propuesto sino solo por su sensibilidad cultural, fue uno de los pioneros en preservación patrimonial. En sus reciclajes de las Casas Dondo y Belgeri, conservó a ultranza las fachadas, incluso el revoque imitación original, así como las características espaciales internas. Y corrían los '60, cuando aún nadie hablaba de estos temas.
Hoy solo agregaremos algunas fotos para estimular al lector a razonar sobre la veracidad de estas palabras. En otras notas profundizaremos sobre algunas obras en particular.

Edmundo Rodríguez Prati





















Casa Milanich - 1953

























Casa Migliaro - 1955



















Casa Migliaro - Acceso
























Casa Migliaro - Estufa diseñada por Silva Delgado

























Casa Fernández-Ballarini


























Mural Casa Fernández-Ballarini